San Pedro, la tierra argentina más mallorquina
Situada a 164 kilómetros de Capital Federal, Rincón de San Pedro Dávila de los Arrecifes es un importante bastión de inmigrantes de la isla española de Mallorca, que a finales del siglo XIX y principios del XX arribaron al país en busca de una mejor calidad de vida.
Todos los años durante el mes de agosto, San Pedro celebra la Fiesta Provincial de la Ensaimada, que ya tiene en su haber diez ediciones, y que convoca a cientos de turistas dispuestos a disfrutar de la cultura mallorquina.
“Esta ciudad ubicada a orillas del río Paraná, al noreste de la provincia de Buenos Aires, más conocida con el nombre corto de San Pedro, la ciudad fue escenario de la gesta histórica de la Vuelta de Obligado, con su “paisaje encantador de barrancas y río enamoró a los mallorquines”, explicó a BA Noticias el titular de la Agrupación Mallorca, Juan Manuel Gomila.
Gomila definió a San Pedro “como la más mallorquina de las tierras argentinas” e indicó que “además de ser atraídos por las características geográficas, los inmigrantes mallorquíes llegaron por la tierra fértil, abocándose al cultivo de batatas, plantas frutales y a los viveros”.
La Agrupación Mallorca se conformó como tal a mediados de la década del ´70, para preservar la identidad y darle continuidad a las costumbres de esta comunidad, procedente de una de las tres Islas Baleares, localizadas en el mediterráneo español. “A comienzos del siglo pasado la identidad mallorquina era una asociación destinada a contener y ayudar a los habitantes nuevos en estas tierras”, relató este joven referente.
La población sampedrina está constituida por gran porcentaje de mallorquines, que “en su mayoría llegaron de las ciudades de Manacor y Felanitx”, señaló Gomila, quien luego destacó que la última de estas ciudades y San Pedro están unidas a través del hermanamiento firmado entre ambas comunas desde la década del ’70.
Un poco de historia
“Al pisar tierras gauchas no sólo trajeron nostalgia y esperanzas. Para mitigar la terrible sensación de desarraigo se aferraron a sus danzas y sus cantos como la jota, el fandango y el bolero, y a su gastronomía como la paella, la ensaimada y los panes con sobrasada, embutido de cerdo que se unta sobre el pan y se introduce en el horno, similar al paté”, aclaró Gomila.
La ensaimada da cuenta de la historia profunda de la isla de Mallorca. El nombre de este postre es uno de los legados de extensos años de invasión árabe que surcó las aguas del mediterráneo: en (sobre/con), saim (manteca de cerdo) y mada (masa), y su forma emularía el turbante de los árabes.
Juan Puig fue el encargado de llevar esta confitura a San Pedro, quien aprendió a hacerla en el servicio militar español. Al arribar a esta ciudad, también reconocida por sus naranjas, montó la confitería La Perla. Allí vendía una ensaimada sin ningún tipo de relleno; hoy se la puede degustar con crema pastelera sola, o con arándanos, y con dulce de leche. Al fallecer Puig la panadería pasa a otras manos, cambia su ubicación original y se localiza en las calles Saavedra y Mitre.