No son las Cataratas del Iguazú: el tesoro natural más salvaje y desconocido de Misiones
Más allá de las Cataratas del Iguazú, Misiones guarda rincones de selva virgen donde la naturaleza manda y el turismo se vive de forma consciente. La reserva Margay, al pie de la biosfera Yabotí, combina conservación, aventura y descanso en uno de los paisajes más auténticos del noreste argentino.
Cuando se piensa en Misiones, la imagen inmediata suelen ser las Cataratas del Iguazú. Sin embargo, la provincia ofrece mucho más que sus famosos saltos. En el corazón de la selva paranaense existen reservas poco conocidas que sorprenden por su biodiversidad, su silencio y su compromiso con la conservación. La reserva Margay, ubicada al pie de la Reserva de Biosfera Yabotí, es uno de esos tesoros naturales que invitan a descubrir una Misiones más salvaje y profunda.
La reserva Margay es un área protegida privada de 65 hectáreas, enclavada dentro del área de amortiguación de la biosfera Yabotí, que resguarda más de 253.000 hectáreas de uno de los últimos grandes remanentes continuos de selva paranaense del planeta. Allí, la naturaleza se expresa sin artificios y el visitante se convierte en un huésped respetuoso de un ecosistema único.
Ubicada a unos 40 kilómetros de El Soberbio y a 290 kilómetros de Puerto Iguazú, la reserva es también una base ideal para visitar los Saltos del Moconá. Margay propone una experiencia de descanso, turismo educativo y concientización ambiental. Cuenta con un lodge con cuatro cabañas inmersas en la selva, sobre la ribera del arroyo Paraíso. Desde un deck de madera se puede desayunar o merendar escuchando los sonidos del monte, mientras la gastronomía regenerativa ofrece platos frescos, orgánicos y con identidad misionera.
Más allá del atractivo turístico, el proyecto tiene como objetivo central la regeneración de la selva paranaense y la protección de su biodiversidad. Entre sus pilares se destacan la restauración de flora nativa, el impulso de economías restaurativas y la revitalización cultural de las comunidades locales. En este marco, se trabaja para evitar la extinción de especies en peligro crítico como el palo amargo y se protege la fauna nativa mediante el monitoreo con cámaras trampa de animales como el tapir, la yacutinga, el coatí y distintas especies de monos.
Otro eje fundamental es la agrofloresta, un sistema productivo basado en cultivos sucesionales sintrópicos que permite producir alimentos mientras se regeneran los bosques nativos, se restaura el suelo y se fortalecen los servicios ecosistémicos.
Senderos, kayak y experiencias en la selva
La reserva ofrece senderos autoguiados y recorridos acompañados por guías especializados que convierten cada caminata en una clase a cielo abierto de biología y geografía. Aves, mamíferos, insectos y plantas nativas forman parte de un entorno vivo que se descubre paso a paso.
Como alternativa, los visitantes pueden recorrer el arroyo Paraíso en kayak, una experiencia ideal para observar la fauna en silencio. Por la noche, el fogón se convierte en punto de encuentro para compartir historias, conocer la cosmovisión guaraní y disfrutar de pescados cocinados en hojas de banano.
También se puede visitar el vivero Kawsay, un verdadero laboratorio de regeneración donde se producen entre 100.000 y 200.000 plantines de especies nativas al año, destinados a proyectos de restauración ecológica y arbolado urbano. En el recorrido se conocen iniciativas como Refundar, un programa de cría y reintroducción de especies amenazadas como la paca y el agutí, y M2 x Naturaleza, que invita a restaurar metros cuadrados de selva degradada por la actividad humana.
Cuándo ir y qué llevar
La mejor época para visitar la reserva Margay es entre febrero y marzo, cuando las temperaturas son agradables y se pueden combinar distintas actividades al aire libre. La estadía recomendada es de dos o tres días. Se aconseja llevar ropa para el agua, abrigo liviano para la noche, protector solar, repelente, gorro, calzado de trekking y ropa de manga larga.
Misiones es mucho más que las Cataratas del Iguazú. Reservas como Margay confirman que la provincia es un destino ideal para quienes buscan naturaleza pura, turismo sustentable y experiencias auténticas en plena selva.







