Surf, de California a San Isidro

Los hermanos Joaquín y Julián Azulay se prometieron recorrer América con sus tablas. Arrancaron en julio de 2010 y 403 días después regresaron.  Ahora bordean el Atlántico hasta Tierra del Fuego.





Luego de otras 14 horas de trabajo, dos de los Azulay vuelven al tan ansiado mar. Están en California, y ayudan a un hermano mayor en un proyecto de arquitectura. Luego de “cabalgar” una serie de olas, Julián, de 24 años, arrima la tabla a la de su hermano Joaquín, 18 meses menor. Enceguecido por el sol que cae, rompe el silencio y le confiesa que se quedará en Los Angeles hasta tanto pueda comprar la camioneta que lo lleve de regreso a Buenos Aires. Joaquín no lo duda y se suma a la odisea. Entiende que se trata de cumplir el sueño que comparten desde hace 15 años: recorrer el Pacífico americano a bordo de sus tablas de surf, en busca de olas perfectas. Fue en marzo de 2010.


Cuatro meses más tarde, arriba de una camioneta Ford F-150 modelo 2001, con 1.500 dólares de reserva, siete tablas, una carpa y otras provisiones menores, los vecinos de San Isidro se adentran sin rumbo fijo al continente colombino. “Al mes de haber comenzado el viaje, Mateo (un surfista de Baja California), nos apodó como los ‘Gauchos del Mar’ por estar todo el día surfeando y tomando maté”, relata Julián, que además de trotamundos, también es arquitecto. Finalmente serían 403 días fuera de casa, 12 países visitados y más de 30.000 kilómetros hechos en rutas.


Luego de ser rebautizados, el mar de California se calmó, las olas cesaron y los Gauchos del Mar continuaron hacia el Sur. “Las olas nos iban corriendo. Se acababan en un lugar, nos íbamos a otro. Nos marcaban el ritmo del viaje”, explica Joaquín, recibido de Administrador de Empresas tras regresar del viaje, Es preciso volver a la aventura. Quedan pendientes algunos detalles. Como es de suponer, el capital inicial resulta insignificante para afrontar los costos de un viaje tan largo. “Acampábamos en la playa, y nos alimentábamos de lo que nos proveía la naturaleza: pescábamos ó recolectábamos caracoles y mejillones de las rocas. A veces comíamos cocos o bananas durante días”, explican. Y completan: “También vivíamos de la amabilidad de la gente. Nos hospedaban, o nos daban algo de comer, a cambio de nada”.


No obstante, a veces era necesario generar algo de dinero para llenar el tanque y, así, continuar con el periplo. Para ello, fueron empleados en la construcción, limpiaron el fondo de un barco con tubos de oxígeno, hicieron de taxi con su camioneta y repararon tablas. Hacían cualquier cosa que les permita surfear al día siguiente. Julían se encarga de completar el amplio espectro laboral: “Mientras uno surfeaba, el otro sacaba fotos o grababa a los turistas y cuándo salían del agua se las ofrecíamos. Y también llegamos a vender nuestra ropa”. Partieron de Estados Unidos, entraron por Tijuana y llegaron a México. Fueron hospedados en Guatemala por “Dani” López, un reconocido surfista profesional .Estuvieron en Nicaragua y omitieron Honduras. Visitaron a su primo en Costa Rica y conocieron a su hija. En Colombia se encontraron con sus padres, tras ocho meses sin verlos. Se deslumbraron con la belleza de las Galápagos, en Ecuador, y se divirtieron con el extenso oleaje peruano. Chile los maravilló con su desierto de Atacama, y los despidió con olas bondadosas. De allí, a casa: San Isidro. A modo de diario audiovisual, los “Gauchos del Mar” realizaron un documental con el material recopilado.


Sin embargo, parecen no querer despertar de este sueño. Hoy con 27 y 25 años, buscan ampliar las fronteras del surf: se encuentran en otro viaje, de 90 días, hacia “el fin del mundo”, como dicen. Los aventureros mostrarán la Patagonia atlántica de Norte a Sur: Buenos Aires hasta Tierra del Fuego y vuelta por el Pacífico chileno. El gran desafío que se plantean es surfear la Isla de los Estados, dónde hasta ahora nunca se ha practicado este deporte.


“El Surf es un deporte que te conecta con la naturaleza. Cuando estás en el agua te vas mezclando y sos parte de la naturaleza”, sostienen los Gauchos. A la vez de que invitan a sus seguidores a subirse a la tabla de los sueños y conquistarlos sin dejar pasar la ola. (sanisidro.clarin.com)